Habitaré tu nombre

Jorge Ruiz Dueñas

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Cuando la ruina y el silencio lleguen
                                                                  como la sombra maléfica
y la respiración se prolongue en el viento
cuando el desastre corporal
sea dueño de lo incierto
y aun de la última hoja
caída como ángel en desgracia:
habitaré tu nombre
                                  refugio final
convicto ya por mi entusiasmo
bajo el signo del perdón
y la gratitud festiva de tus ojos
                                                       atrio de la lluvia incinerada
Entonces el sentimiento dormirá
                                                            como mendigo
y desde tu nombre mismo
                                                en busca de indulgencia
reconstruiremos pasajes no advertidos
y el sustento de nuestra magra carne
será una sábana limpia
                                            zona de encuentro de la
                                                          existencia fallida
en el siseo de los segundos
prolongado por la agonía animal
sobre una tierra yerma
y un mar cenizo y desafortunado.

Será en el ocaso cuando ese refugio de tus letras
anime la voluntad final
frente a cantores ebrios
en medio del desastre inevitable
y de la prosperidad de la hiedra
sobre mi escalfada conciencia
como muros tutelares
o baluartes cedidos al enemigo
será
que los signos de tu nombre
como alabanza de maitines
en la emoción de nuestro presidio
muden de forma y voz
lapidando mi cuerpo
ensordecido por la proximidad de himnos
que prometen el renacimiento.

Pero nada importará sino tu nombre
residencia de mi nombre y de mi cuerpo
después de la última alborada
después del llanto reprimido
después de tanta minúscula batalla
arropados de follaje
                    de pinares
                              centinelas deformes donde la luz trasciende
                              donde el trino del ave martirizada
después de los riesgos de mi debilidad
después de tanta sangre desbordada de ti
después de la inmisericordia
y de la luz anegando las espigas tribales
de nuestra descendencia
después de tanta molicie
prendida en los clavos del olvido
importará sólo tu nombre
tu alabanza fértil como los granos jóvenes
importará la intensidad de los recuerdos en las cosas
y la lectura perdida de la noche bíblica
importará la mano fortuita
sobre tu carne agotada
                                          plena de sabor y lustre
tu sonrisa en busca de leves comisuras
a quien heredar el gesto de la ternura
y la apertura oral de la satisfacción confesable.

Importará tu nombre
como la mar habitó mis entelequias.

Importará porque sí
y ese estallido en el último hilván
esa caída al dolor
entumecida provincia
disolverá mi espacio
amedrentado por la expiación
y entonces sí
                        no será tarde ni temprano
será el momento
ni será todo ese amor
                                        sino el Amor
el vértigo añil de los días totales
rendido tributo al sol y a la vida
a la postrer melancolía
a la inútil percepción de los actos olvidados
a la complicidad de las palabras
será tu nombre ropaje amoroso
será otra vez
                        sólo una vez más
el agotamiento ascendente como maleza
será la sensación del nuevo arpegio
será la basílica o su reflejo
                                                en las aguas de genciana
como invernal anuncio
en el último vibrato de tu cuerpo
en el espejo brumoso al registrar el vuelo
          de impensables palomas
restos bruñidos del último sol
será tu desnudez
habitando mi morada que es tu nombre
tutelado por el deseo insomne
que entonces ya será lacayo viejo.

Sólo un nombre habitar
sólo un silencio
sólo un grito desgarrado y enfermo
sólo saber que llegó el momento
sólo eso pedir
y estar ahí
habitando aún
                          tibio el cuerpo
con la lenta agonía que recorre humillante
        las torturas finales
y desear y tener
una navegación postrera
una bruma entre los seres
        aparecidos en las esquinas
                                                          vagarosos y silentes
un beso desvanecido
bajo la elipse del tiempo
y tu nombre y tu abrazo
soportando la levedad de mis vestigios
sin más nada que el retorno
y el lamento fugaz
y el nombre
y el arcano
y de nuevo el nombre
y mi quejido prolongado
perplejo bajo mar
quedo murmullo
                              el nombre
invadido de ti
                        ahí
                                en tu nombre
habitado por ti o por mi muerte.

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