Ite, missa est

Rubén Darío

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Yo adoro a una sonámbula con alma de Eloísa,
virgen como la nieve y honda como la mar;
su espíritu es la hostia de mi amorosa misa,
y alzo al són de una dulce lira crepuscular.

Ojos de evocadora, gesto de profetisa,
en ella hay la sagrada frecuencia del altar:
su risa en la sonrisa suave de Monna Lisa;
sus labios son los únicos labios para besar.

Y he de besarla un día con rojo beso ardiente;
apoyada en mi brazo como convaleciente
me mirará asombrada con íntimo pavor;

la enamorada esfinge quedará estupefacta;
apagaré la llama de la vestal intacta
¡y la faunesa antigua me rugirá de amor!

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Comentarios1
  •  
    beadac En este poema, que muchas veces, publicaba Ruben Darío en el periódico. Se vé que muchas veces, no tenía mucho ánimo, a mi juicio por lo que dice en este verso: "su espíritu es la hostia de mi amorosa misa" que si bien es el pan sagrado de la misa. Pero, queda algo mal. Si bien, recuerda a lo que dice "Gonzalo de Berceo" en el Teatro Pobre. Cuándo se escapa con un fraile del convento contiguo "Abelardo" luego recreado 1940, diferente por Javier de Poncela.
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