Hilario Barrero

Poemas de Hilario Barrero

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Hilario Barrero:

Subjuntivo

Y tener que explicar de nuevo el subjuntivo,

acechante la tiza de la noche del encerado en luto,

ahora que ellos entregan sus cuerpos a la hoguera

cuando lo que desean es sentir el mordisco

que tatúa con rosas coaguladas sus cuellos ofrecidos

y olvidarse del viejo profesor que les roba

su tiempo inútilmente.

Mientras copian los signos del lenguaje,

emotion, doubt, volition, fear, joy...,

y usando el subjuntivo de mi lengua de humo

mi deseo es que tengan un amor como el nuestro,

pero sé que no escuchan la frase

que les pongo para ilustrar su duda

ansiosos como están de usar indicativo.

Este será su más feliz verano

el que recordarán mañana

cuando la soledad y la rutina

les hayan destrozado su belleza,

la rosa sin perfume, los cuerpos asaltados,

ajadas las espinas de sus labios.

Pero hoy tienen prisa, como la tuve yo,

por salir a la noche, por disfrutar la vida,

por conocer el rostro de la muerte.

Jardín

Facilius in morbos incidunt
adolescentes, gravius aegrobant,
tristius curantur.
De Senectute, Cicerón



Del esplendor de entonces nada queda.

La nieve ha silenciado el fuego del jardín,

las rosas bautizadas por la hermosa mirada

del jardinero muerte, convirtieron su esencia

al deseo pagano, apóstata la espina de su agua.

La casa se reviste de polvo venenoso

y la hierba del ocio florece entre la plata:

una lengua de ruina lamiendo los retratos.

Se acerca a la ventana lentamente

y descorre el visillo que tiembla polvoriento,

mira el jardín helado y maldice su suerte.

Siente un puño de sangre entre sus venas,

una rosa de ira entre su pecho,

un tiro entre la nuca despejada

y cierra la ventana para siempre.

De espaldas al jardín la luz es una gasa

que le ciega su firma y su palabra

abriéndole una deuda con la vida.

Tan sucio está de soledad y barro

que ya no ve la rosa del verano

que sentencia con fúnebre perfume

su desahuciado nombre en la navaja.

La azada de su sexo ya oxidada

no llegará a estrenar la primavera.

Cors e cor"

Para Susana Reisz
...es un querer saber todo lo tuyo
X. Villaurrutia



Lo más que acertarán,

después de haber sabido de este amor,

será que hubo dos nombres que se amaban

mordisco y dentellada, nieve y niebla floridas,

dos cuerpos belicosos en constante batalla por ser uno,

tu pupila cazando mi cadera,

asaetando con su flecha de líquen

el torso acorazado de mi gozo;

otros envidiarán la urna de tu noche,

el rosetón de tu mirada en fuego,

tus medidas, el filo de tus uñas,

la lenta madrugada de tu fusta;

los menos tratarán, gozosamente,

de dormir nuestra siesta anárquica y salvaje,

copiar nuestras posturas, nuestros ritos y acentos,

usar nuestros juguetes, oler la primavera de tu ingle

y entrar en el recinto amurallado

después de resolver los códigos sagrados de tu sangre.

Todos ignorarán mi miedo de perderte,

de esta incesante lucha por poseer tu espacio,

ser dueño de tu boca, perro fiel de tu tumba,

propietario del bosque de tu pecho

y depender de ti, esclavo de tu aliento,

devoto siervo de tu antiguo nombre,

molde para tu oro, tierra para tus flores de cilicios.

Y así, mientras ahondas los muros de mi boca

con la lenta carroza de tu lengua,

saliva enajenada, plomo que me envenena la garganta,

y me unges con el óleo caliente de tu muerte,

unido al arbotante de tu piedra

ser el arco sumiso que defiende tu ojiva.

Pregunta

En la mañana

la luz hablaba a gritos,

la sombra muda.


En el atardecer

el miedo a reflejarse

sin saber

si es la sombra del cuerpo

la que quema

o es el fuego del alma

que se extingue.


Ya con la oscuridad te haces la pregunta

que no tiene respuesta:

¿Ha sido siempre la sombra tan pesada?


Noche clara del cuerpo.

Barnices

Ahora ocultas con cremas

y ungüentos extranjeros

las heridas que el tiempo

ha dejado en tu cuerpo

y muestras orgulloso

las oscuras y densas cicatrices del alma.

Se ve que eres novicio

en el arte de tal ocultamiento

e ignoras que es difícil esconder la vejez,

que las arrugas se ven aunque tapadas

como también se ve la decadencia,

la sombra por tus ojos

y el delicado olor a viejo que nace de tu aliento.


A nadie le interesan las lesiones del alma

si el cuerpo apuntalado carece de equilibrio.

Miradas

La niebla empaña mi mirada

y al pasar por el lago

ve dos cisnes felices

que escriben en el agua

un mensaje secreto

con mala ortografía y tinta seca

que yo puedo leer y tú no puedes.


Tú crees que son dos patos

que volando hacia el Sur

hacen tiempo en el lago

cebándose de pan

que les dan los vecinos.


Dentro de poco ya no estarán

mis cisnes ni tus patos,

yo seguiré nublado con la niebla

y tú verás más claro cada día.