Harold Alvarado Tenorio

Poemas de Harold Alvarado Tenorio

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Harold Alvarado Tenorio:

La tarde va cayendo en su gris

La tarde va cayendo en su gris
y uno que otro disparo de fusil o revólver
recuerda que estás en tu país de muertos.

Alguien volverá a llamar esta tarde,
alguien sin esperanza.

Que la tarde muera como mueres hoy
en el silencio del primer día de un año
como tantos otros del pasado

Al cerrar la puerta

Desnuda
al cerrar la puerta
recibías como recompensa
un vano rosario de palabras.
Dile que vuelva.
Dile que venga y presente al respetable
sus magnificas nalgas rosadas
la ronca voz
y la canción de entonces.

Ahora que está lejos

Ahora que está lejos soñándose a sí misma
quieres entrar de nuevo
y que nada diga.
Que nunca sepa que vienes de mundos
donde un emperador hierve
rodeado de eunucos
y los rostros centenarios de sus concubinas.
Entra en ella
buscando el rostro y la carne
que no volverán.

André Salmón

Los caminos del olvido son varios.



Varia la cambiante faz

de esta música que siempre soñó en tus carnes frágiles

con tanta melodía antigua y bien olvidada.



Los caminos de las ciudades que vieron tus ojos tristes

son sonatas en viejos pentagramas.



Estos poemas, más largos que ninguna vida,

deben recordar que algún día viviste entre ellos,

pues aprendiste que no existía la tierra

y que un pez nada puede si se rompe las aletas.



Pero tu corazón es más ancho que Alemania y Francia reunidas,

y de Montmartre a Montparnasse

sólo queda el recuerdo,

grave,

y cuando entraba el metro en la estación

viste a la verdad danzar entre los carriles

y el cielo era un paisaje

y el viento tiraba del pelo a los árboles.



Querido, André Salmón,

nombre de pez

teleósteo fisóstomo

un metro y medio de largo

que desovas en los ríos en otoño

y emigras donde ellas sostenían a los guerreros.



Querido André:

has envejecido meditando engaños.

El zócalo

Esta mañana he visto una España Imperial

desconocida, no imaginada por Felipe Segundo.



Hernán Cortés supo que fundaba en Tenochtitlán,

la Nueva España, la única heredera

de Isabel y Fernando.



La inmortal y corrupta España vive en México

y el zócalo es su espejo y memoria.



Detente aquí

y mira cómo la voluntad de un hombre

pudo tejer un sueño que hoy rasgan otros

en su propia tierra.



Mira la mole de la catedral,

mira la dilatada plaza,

el suntuoso palacio

y la espléndida casa de empeño.



Antes de partir recorre los signos del tiempo.



Unos hombres ofrecen, al lado de la catedral,

los más antiguos y perdurables oficios:



cerrajero, fontanero, zapatero, soldador, adivino…





Confirmando al extremeño

cómo su obra no ha sido exterminada.





Café Beach Café

El amargo sabor de los sueños
volverá para darte una muchacha
con el pelo suelto
contando recibos del paso del día.

Desnúdate de ti
y ella vendrá a vestirse
con las caderas, los ojos y los gestos
que hubo en tu camino
ese verano del ochenta y dos