Gonzalo Osses – Vilches

Poemas de Gonzalo Osses – Vilches

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Gonzalo Osses – Vilches:

Definición

No soy bueno ni malo ni bueno
Soy irresponsable,
como un niño que al salir
se mete el sol
en un bolsillo agujereado.

Cuánto te odio distancia

¡Cuánto te odio distancia!



Vestida de puta disimulas tu ingenuidad,
con tu ligero de olvido alimentas el recuerdo
¡cuánto te odio distancia!

La rabia que llevo dentro te la debo a ti
¿contenta? ¡deberías!
porque no puedo matarte

Te escupo en la cara si miro una foto
y entrada la noche me revuelco solo,
sacudido por tu estúpida risa.

¡Cuánto te odio distancia!
Como quisiera deshacerte, enamorarte, dejarte
y estrujarte poco a poco y volverte nada...
y pisarte –con los pies–
hasta que la luz se acabe, hasta quemarte de frío,
distancia... ¡Cuánto te odio!

Cuenta regresiva

Las luces se apagan... Valparaíso está oscuro.
Los fusiles apuntan hacia la presa de turno, que soy yo,
que tuve alma, que amé sin calmas.

Las sirenas se encienden, silenciosa esperanza,
el domingo se acaba, otro lunes insomne
escribiéndole al alba.

¡Siete!
El conteo se inicia: con vista al mar los fusiles,
ya no hay prisas, no hay risas,
nadie es testigo del crimen.

¡Seis!
Los recuerdos se mezclan con mis sueños de infancia,
¡Yo quise ser y no fui! ¡es mi pecado!
grito al compás de una marcha.

¡Cinco!
No creo en dioses ni cielos, tampoco en ardientes infiernos,
no quiero flores, ni un réquiem, ni discursos de entierro,
ni mentiras piadosas, que no se diga ¡fue bueno!

¡Cuatro!
Hay una madre que sueña y siente el peligro en la carne,
hay un amante que duerme, que piensa que todo es como antes.
hay una luna, la siento... apesta a ella nuestro aire.

¡Tres!
Miranda ausente en el alba,
peligro inminente al sol de la mañana,
el otoño brilla en cristales amarillos,
el puerto canta sus boleros del olvido.

¡Dos!
¡Preparen! ¡Presenten armas! ¡Rodilla al suelo!
pienso en ti la última vez, pienso en olas de otras tierras,
los tormentos de mi alma sin razón, de mi fe desperdiciada,
arremetiendo contra mi, transformando en mil jirones mi alma.

¡Uno!
¡Apunten! La voz del verdugo señala mi pecho,
mis pecados son latentes, revolotean en el aire;
ese afán por mentir, ese sueño anacoreta,
la pretensión inacabable de creerme un buen poeta
los sueños incumplidos y el deseo de vivir esta vida sin sentido.

¡Fuego!
¡Disparen! grita un conjunto de voces,
mi padre, mi hermano, incluso la voz de mi amante

...y frente al mar, detrás del sol, no habrá ni una sola lágrima que brote,
no sonará la trompeta, no se encenderá ni una vela,
¡Hoy ha muerto un artista! No faltará quién lo reemplace
¡Hoy nace un buen hombre! Ojalá que no sepa escribir ni su nombre.

Después,
suena el clarín anunciando esta sentencia cumplida,
la orden del día me dice que estoy viviendo otra vida.
Y frente a mi, las hojas secas, la vida muerta

¡Tiro de gracia!
La soledad avanza, siniestra, oscura,
vienen a extirparme el tumor de la locura.

Ahora,
No tengo frío, no tengo nombre, no tengo sueños,
mis manos yacen a un costado del camino.

No siento nada, no tengo manos
¡Me han dejado ciego!

Último deseo

Ha muerto el hombre que yo fui, te lo prometo,
incluso siento pena por él;
tan falso, tan cruel, tan bohemio,
tan absurdo en su vivir, tan grotesco.

Ha muerto hoy, pero es para mejor.
Rescatemos de él lo poco que era verdadero;
el amor por su trabajo, su falta de dinero,
la pasión con la que de ti me hablaba a cada momento.

Murió, pero se fue contento.
En sus labios tenía tu nombre, junto al sabor de la culpa,
en sus ojos, el paisaje más sereno y en su boca un último deseo:
darte al volver un abrazo sincero.

Y yo, que soy quien escuchaba su añoranza por tus besos,
debo esperar tu regreso, tras ocho meses de silencio,
darte el abrazo que te debo y dejar atrás al que ha muerto.

No lloraré, ya habré llorado todas las lágrimas que le debía a la vida.
No dudaré, las dudas no existirán si veo en ti una mínima sonrisa.
No soñaré, pues mi más grande sueño se estará cumpliendo.
Y renaceré, para reinventar el amor que había inventado para ti.

Sí, porque a partir de hoy, te amaré por los dos,
pues te confieso que yo, cuando él me hablaba de ti,
también... ¡también te amaba en silencio!

Al ver pasar a la gente

Al ver pasar a la gente,
¿Nunca te has preguntado quiénes son?
¿Por qué luchan, qué sienten, qué hacen?
¿serán protagonistas de historias románticas,
serán esclavos de una rutina amarga,
serán juguetes del destino o marionetas de Dios?

Al ver pasar a la gente,
al caminar junto a ella, tú sientes, al igual que yo,
que no caminas entre ganadores y perdedores,
sino que sabes que caminas entre sobrevivientes.
Entre sobrevivientes de revoluciones hechas por falta de comida,
entre sobrevivientes de guerras que comienzan durante un partido de ajedrez.

Al ver pasar a la gente,
te das cuenta que paseas entre hombres y mujeres sin nombre,
hombres y mujeres indiferentes para ti,
cuyas vidas no conocemos y cuyas muertes no nos causan nada.
Son sólo muertes; muertes que leemos en los diarios matutinos,
obituarios fríos, nombres sin rostros.

Al ver pasar a la gente
¿No te gustaría conocer sus historias? ...a mí sí.
me gustaría saber de sus sueños, aprender sus razones para sobrevivir.
contar sus historias; inventándoles momentos alegres,
regalándoles felicidad.
Creo que debería empezar por mí.
creo que debo comenzar por mi historia.
Por la historia del amante abandonado.
Por la historia del amigo traicionado.
Por la historia del soñador que despierta
en medio de un torrente de mentiras verdaderas.

Serán cuentos de infiernos y cielos,
de noches con sol y días con luna,
de corazones negros cicatrizados
y ventanas por donde ya no se asoma el sol.

Es la repetición de la vieja historia,
lo mismo, pero con distintos actores.
Los mismo sentimientos entremezclados
y las mismas perversiones colectivas,
relaciones autodestructivas, valores alterados,
niños olvidados y dioses censurados.

Al ver pasar a la gente, ahora,
me doy cuento que no quiero contar historias;
es todo, es siempre lo mismo.

Tampoco contaré mi historia.
Si quieres saberla... imagínatela.
párate en una esquina
y al verme pasar con el resto de la gente,
Invéntame un final feliz.

Toque de queda


Quédate,
me dijo,
y lo toqué.