Gabriel Zaid

Gabriel Zaid es un poeta y ensayista de origen mexicano, nacido en la ciudad de Monterrey el 24 de enero de 1934. A los 21 años de edad, se recibió de ingeniero mecánico administrador, a través del Instituto Tecnológico regiomontano. Entre sus ocupaciones complementarias a su propia producción literaria, colaboró con la revista llamada Vuelta durante casi dos décadas, experiencia de la cual destaca su promoción y crítica de la obra del gran Octavio Paz. Por otro lado, en la actualidad participa con cierta regularidad de la publicación Letras Libres.
Zaid es particularmente reacio a las entrevistas y las fotos públicas; intenta que se lo recuerde netamente por sus obras. Desde el año 58, ha editado alrededor de tres decenas de libros, incursionando tanto en la poesía como en el ensayo, entre los que encontramos "Fábula de Narciso y Ariadna", "Seguimiento", "Leer poesía" y "La nueva economía presidencial". Su trabajo ciertamente no ha pasado desapercibido, ya que le ha merecido diversos reconocimientos, tales como el Premio Xavier Villarrutia y un puesto en la Academia Mexicana de la Lengua, el cual mantuvo durante casi quince años. Entre los poemas de su autoría que presentamos a continuación, destacan "Elogio de lo mismo" y "Pastoral".

Poemas de Gabriel Zaid

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Gabriel Zaid:

Pastoral

Una tarde con árboles,
callada y encendida.

Las cosas su silencio
llevan como su esquila.

Tienen sombra: la aceptan.
Tienen nombre: lo olvidan.

Despedida

A punto de morir,
vuelvo para decirte no sé qué
de las horas felices.
Contra la corriente.

No sé si lucho para no alejarme
de la conversación en tus orillas
o para restregarme en el placer
de ir y venir del fin del mundo.

¿En qué momento pasa de la página al limbo,
creyendo aún leer, el que dormita?
La corza en tierra salta para ser perseguida

hasta el fondo del mar por el delfín,
que nada y se anonada, que se sumerge
y vuelve para decir no sé qué.

Elogio de lo mismo

¡Qué extraño es lo mismo!
Descubrir lo mismo.
Llegar a lo mismo.

¡Cielos de lo mismo!
Perderse en lo mismo.
Encontrarse en lo mismo.

¡Oh, mismo inagotable!
Danos siempre lo mismo.

Nocturno

Manantiales del agua
ya perenne, profunda vida
abierta en tus ojos.

Convive en ti la tierra
Poblada, su verdad
numerosa y sencilla.

Abre su plenitud
callada, su misterio,
la fábula del mundo.

Hallan su vocación
del Huerto, su quehacer,
manos contemplativas.

Estalla un mediodía
nocturno, arde en gracia
la noche, calla el cielo.

Tenue viento de pájaros
de recóndito fuego
habla en bocas y manos.

Viñas, las del silencio.
Viñas, las de las palabras
cargadas de sielncio.

Alabando su manera de hacerlo

¡Qué bien se hace contigo, vida mía!

Muchas mujeres lo hacen bien
pero ninguna como tú.

La Sulanita, en la gloria,
se asoma a verte hacerlo.

Y yo le digo que no,
que nos deje, que ya lo escribiré.

Pero si lo escribiese
te velverías legendaria.

Y no creo en la poesía autobiográfica
ni me conviene hacerte propaganda.

Canción de seguimiento

No soy el viento ni la vela
sino el timón que vela.

No soy el agua ni el timón
sino el que canta esta canción.

No soy la voz ni la garganta
sono lo que se canta.

No sé quien soy ni lo que digo
pero voy y te sigo.