Sonetos bíblicos (III) Ruth

Concha Urquiza

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Ego dormio el cor meum vigilat
Cant., V, 2




La quieta soledad, el lecho oscuro
De inmortales tinieblas coronado,
El silencio en la noche derramado,
Y el cerco de la paz, ardiente y puro.

Ruth detiene el aliento mal seguro,
Descubre el rostro de dolor turbado,
Y por largos anhelos agitado
Con dura mano oprime el seno duro.

Duerme Booz en tanto; su sentido,
En misterioso sueño sumergido,
La presencia tenaz de Ruth ignora.

Mas su despierto corazón medita...
Y la noche fugaz se precipita
Hacia los claros lechos de la aurora.

1937

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