¿ POR QUÉ ?

¿ POR QUÉ ?:

 

Se durmió la pasión habida en nuestras manos, comenzando un mundo de profundo dolor y tristeza, como amarga barrera invisible entre los dos, reflejando por el alma en la lánguida mirada, silencio de olvido, sin libertad de acción en un cuerpo maniatado, que ansiosamente esperaba esperanzado solo en una cama, helándosele la pasión habida en la sangre por tu eterno regreso…, 

 

Se durmió la palabra quiero más en tus labios al rosarlos con un beso robado, mientras duermes, despertando, quedándote mirándome fijamente a mis ojos con marcada distancia de silencio, sin intentar pronunciar palabra alguna por recordar el amar la piel en una sola piel desnuda, no deseando abrirme sinceramente los brazos, para poder cobijarme seguro y sin miedo alguno sobre tu suave pecho, para lográndote amar, sin reglas y condiciones que cumplir, recibir ese calor necesario para así, poder vivir los sueños más anhelados, junto a ti…,

 

Se durmió, vamos a ver, las lágrimas por llamado ayer sentado en mi rincón de castigo, añorando esa misma piel tan querida, hoy totalmente inconmovible de poder sentir consuelo, reviviendo en tus manos cerradas al abrirlas, la flor de la vida y del amor, tomándonos luego esas mismas manos efusivamente, mirándonos fijamente a los ojos, dejando que por nosotros, hable con latidos al unísono el corazón…,

 

Se durmió, la sonrisa espontanea, naciendo la seriedad, cohibiendo aflorar las palabras precisas, provenientes desde lo más profundo de un alma enamorada, esas mismas que tendrían peso y mayor valor ante Dios en el juicio final,  por ser blancas, puras y verdaderas, porque en cosas de amor, con desamor incluido, quien padece la pena de amar por castigo, sin palos ni piedras en la espalda con soledad aprendida, es, ese mismo que lloró la primera vez, con su rostro oculto, mucho antes de agonizar esa preciada flor del sentimiento, perfidia en este amor olvidado…, 

 

Se durmió, la comprensión en el ser, tolerante, al casi no poder sollozar, temblando de ansiedad inesperada por reclamar insistentemente a veces por mi mente que se niega a olvidarte, tu negada presencia, aquí mismo ahora a mi lado en este preciso instante por vida, aun sabiendo, más que presintiendo, que ya no eres, ni serás jamás, la razón de mi existir, despierto…, 

 

Se durmió, la paz del hombre en una lágrima encontrada en su rostro y que fue apartada apuradamente por su dedo, quedándosele mirando su peculiar brillo por un instante antes de secarla para siempre en su pantalón, dejando escapar un suspiro que retumbó en la quieta noche, haciéndosele más tarde, un nudo ahogante en la garganta, mientras el sollozo se hacía más grande, por la desesperación del desvelo por recuperar el amor perdido de la mujer amada, con sueños que pudieran ser sentimientos divinos por su juventud pasada o quizás, también echarle más leña al fuego del dolor habido, por una banal ilusión de un viejo que solo desea ser una vez más antes de morir, joven en tus brazos.
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Sergio Yglesias García
Caracas, 21/03/2011 04:15 am.