Tu cabellera dorada ilumina los tortuosos campos de Hades.
 Me guías cual Eurídice a su Orfeo,
 quien perdió
 con cierta amargura,
 la fe en aquella pasión
 que a la locura llevó.
 ¿Acaso estaba tan ciego que ahora la luz que veo
 se tornaba en temibles tinieblas para mis sentidos?
 
 Abro los ojos; me duelen al contemplarte.
 Resplandeces cual extraviada estrella 
 en una noche donde sólo tú te hallas.
 Intentas hablar, pero oigo música salir de tus labios.
 ¿Acaso mi locura es tanta que estoy contemplando
 a la divina Venus emerger de las espumas rumoreantes?
 
 Sin duda de los eternos y fragantes rosales que
 del olvidado Paraíso perteneciste y escapaste.
 Tus labios el carmesí mantienen, 
 al igual que la terciopelada piel que posees.
 ¿Acaso debería extrañarme al llamarte como
 aquella estrella  hebrea que se encuentra
 más cerca de su Creador  y que es sinónimo de belleza?
 
 Mis palabras muestran en tu tersa cara la sempiterna
 sonrisa de una dicinueveañera que inicia su vida.
 Aquella niña que decidió cubrirse y ocultarse
 cual crisálida 
 para convertirse en mariposa de alas arcoíris.
 
 Ahora la Niña-Diosa se aleja para celebrar sus abriles cumplidos. 
 Ríe, canta, disfruta, baila;
 el tiempo ha decidido no existir hoy.
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                        Autor:    
     
	Heros (Seudónimo) (
 Offline) - Publicado: 27 de enero de 2011 a las 06:45
 - Categoría: Sin clasificar
 - Lecturas: 50
 

 Offline)
			
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