Musas

Gustav Steiner

[DULCE VERDE]

Era apenas la flor de mi juventud
cuando, a plena luz del crepúsculo,
yo sentado con mi mente naufragando
vi venir tu silueta como un manto
que Manrique a la locura ha arrastrado.

Yo, terco e insensato, tu nombre
oso preguntar. ¡Qué blasfemia!,
era simplemente un ángel de Dios.
Nombre para mí no había, sólo amor.
El tiempo pasó y tu memoria voló.
La crueldad del destino me devolvió
tu favor, y otra vez, el amor.

Reímos y charlamos y cantamos y...
nada más, sólo eso y nada más.
¿Cómo traicionar a mi hermano,
a aquel que su voto de confianza
me dió como a su mente y su alma?
No pudo ser, y nunca fue.
Fuiste y yo me quedé sólo, esperando...
Me dije: No hay razón de estar llorando.

[AGUJERO NEGRO]

Aún el tiempo mi cuerpo no había expirado.
Fue una tarde de invierno, el dolor:
Ahí conocí el verano, el calor.
¿Cómo no amar sus grandes ojos negros,
negros como el cielo estelar?
Yo miré a Orión, a Saturno, al Sol.
Sin duda, más grande que yo:
en edad, en amor y en crueldad.
¡Insensato yo la quize amar!

Talvez valoró mi sinceridad...
sólo quizás, en su mente de mar,
pudo sentir una lágrima tirada
a su abismo por necesidad de amar.
¡Sólo quizás, sólo eso y nada más!
Porque aún recuerdo, ante mi rostro
tosco y servil, ingenuo e infantil,
sus ojos no miré brillar más
y el cielo... la noche... con su odio
se llevó a lo más profundo del mar.

[LA NOCHE]

¿Quién diría que la noche mensajera
enviaría para acabar mi sufrimiento?
Ella vino, una hija, una muerte.
Primero, sana, sociable, soñadora.
Luego mi escarnio se dió a su hora:
Vino su aura y murió ya mi honra.

¡Odio, sólo odio, la traición,
cuan cierto Dante al ponerlo
al final de su áspero infierno!
Ella... ella mató mi corazón...
Eso pensó, porque aquí estoy...
Sin embargo, mi alma destrozada
rogaba a la nada por fuerzas...
Yo pensé que vendría la esperanza.


[PRIMAVERA]

Ya la había conocido, visto, analizado:
era su cuerpo virgen y maternal;
su verde mirada me daba miedo al andar;
era su rostro admirado por Piccaso,
o talvez, por Leonardo.

Su fina boca de copa ardiente llamaba
al amor como loco a una pendiente.
Era Venus, era Minerva, nacida en
sacros dones por los Dioses de hierba.
Y su ego, su ego mayor que el infinito.
Alcanzábale acaso mi mano... nunca más.
En escritos lloré su amar... nada más.
Y ahora, ahora no está, y su esquiva
mirada me ha dejado sólo al andar.

Decir debo que el más triste amor
que en mi vida pasó está oculto
en este amargo ser y fino secreto.
Pero mi corazón lo guarda...
No sus sacros dones, su voz melódica,
su cuerpo esculpido por gnomos
en piedras de oro y amatista...
Recuerdo su adiós, su rechazo: así terminó.
Y hoy en sus manos, poema del alma
se pierde ya oculto en su manto.

[FLOR DE MIEL]

He vístole ya... ¡claro que sí!
Era ella un pequeño retoño, no más.
Dulce, frívola y llena de gracia.
Díjeme: Algún día su flor germinará.
¡Que tan cierta puede ser la vida
y tan pura esta flor que mima!

Ella, tímida y preciosa, hablome.
Perdí la gloria y la cordura.
¡Cuántas palabras a mi pecho esboza
y duermen en su boca la hermosura!
He visto en sus ojos el dulce verde
de la primavera, los astros abrazados
a su alma como Muerte a una estrella;
¡Sí, el universo, sin agujeros negros!

Es la noche, la noche es la que espero,
en sus ojos quiero ver el azul del cielo.
En la gloria, ¡ya no creo!
A la muerte, ¡no la veo!
Mi ambición, mi amor, reducida a los ojos
de un cisne blanco que tiene mi corazón.

Yo te amo, y es lo que espero,
cuánto tiempo en tu boca me duermo.
¡No más piedras preciosas, no más oro
ni cosas que mi cuerpo no adoran!
Sólo tú... tú nada más,
que con un gesto de amistad
has abrazado mi locura y solemnidad
con un Te amo de verdad.

Confieso, te amo un poco más que el
fin del vasto universo;
en tus ojos, más secretos que el
profundo abismo del mar,
porque amar... amar es un misterio,
el soplo que hace cantar la lira
diría Darío en sus tiempos.

Soy sincero, sí que lo soy,
y si arriba miento, por seguro
tengan que en eso no me esmero,
sólo en el amor, en la amistad
y sobre todo en la verdad;
y sé por verdad que me amas
como yo te amo más que a nada.

  • Autor: Gustav Steiner (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 11 de diciembre de 2010 a las 20:31
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 73
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos Novedades semanales


Comentarios1

  • Mariela

    Excelente!



Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.