Déjame…

Déjame…

Déjame amarte, aunque tú te quedes en silencio.

Déjame quedarme junto a ti, aunque no te vea, déjame sentirte.

Déjame acariciar tu piel desnuda y no digas nada ¡Déjame amarte!

No pudo ahogar este amor entré mis manos se me escapa y vuela va a ti.

siento que se me escapa en un suspiro y se queda contigo

te pertenece amor, y no lo puedo contener porque vuela, va buscando

tus brazos, no lo dejes huérfano de cariño, amalo más que nunca y

Resguárdalo esta temeroso de perderte, escóndelo para que nadie lo dañe.

Puedo morir ahora y este amor quiere refugiarse en tus brazos

Porque quiere verse enteramente en tus ojos.

Quiere ser una luz en tu sombra y un obsequio divino en tu vida.

Esta rogando para que no lo expulses de tu corazón, es mi amor pidiéndote

que lo lleves dentro de ti, por si hoy muero, quiere seguir viviendo en ti.

Este amor que con el alma te doy, es para que sepas que te voy a amar eternamente

y lo último que diré será tú nombre antes de morir.

Quédate en silencio; no digas nada y si ves una paloma parada en tu venta,

es mi alma que aún muerta te sigo amando, recógela no la dejes ir

Porque vacío todo mi ser en ti para que nunca te sientas solo.

Quiero quedarme eternamente en tus ojos porque tú ya eres eterno en los míos.

perdón! si no te dejo ir pero entendí que dijiste que me amarías hasta el fin.

Igual que yo sigo amándote en silencio hasta que la muerte nos separe.  

¿Profundicemos si el silencio nos va a mantener unidos por este amor?

Siempre tu amor ha sido débil pudiste quedarte hace mucho tiempo

Y no lo hiciste y ahora ¿quieres huir de lo que sientes?

No puedes porque ya soy una maldita necesidad en tu vida y tu en la mía.

¡Te amo! Hasta la muerte te voy amar y te dirán que repetía tú nombre antes de morir.

Alicia Pérez Hernández… México

No es la pluma la que escribe, es el alma

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¡MALDITA SEAS!

​No importa dónde esté; la maldita necesidad me persigue.

Es la adicción a querer algo que jamás será mío.

​Me has vuelto adicto al nerviosismo.

Cada vez que te veo, la vida se para y mi mente se inunda.

​Mi corazón se comprime hasta el punto de la asfixia.

Desde ese día, mi existencia está saturada por ti.

​Tu presencia me obliga a escribir un diccionario de palabras que no existen,

porque ninguna frase alcanza a expresar esto que siento.

​Y aunque intente alejarme, regreso.

No eres mi cura: eres mi ponzoña.

Y me declaro adicto a tu dosis.

Autor: Álvaro s.