¡Viento de negras alas!
A veces, cuando te abrazo,
sales como corriendo,
huyendo de todo y de nada.
Parece que las campanas
anuncian misa de madrugada.
Es como si un árbol viejo
su última hoja entregara;
bendiciones que fueron credos,
ahora son tus campanas,
puestas sobre dos cruces
de celos que allí clavara.
Palabras que se me escapan,
silencio de todo y de nada.
Como si amarte fuera
un incendio de llanto
sobre una almohada.
De acuarelas pinté tu nombre
en el libro que deshojaras.
Tus hojas fueron cayendo
sobre un viento de negras alas.
Y en ese vuelo de sombras,
donde el fuego se nos desgrana,
me quedo entre las cenizas
de una historia terminada.
Racsonando Ando (Oscar Arley Noreña Ríos)
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