Quien diría que la lágrima fuese alegría. Miro al suelo viendo mi vida, cierro los ojos y sonrío. Llegó todo lo que encontré, floreció el trabajo; y aquellos sueños rotos ya no existen. Tengo precisa medida, con insuficiencia alcanza todavía. Miro al cielo y abro los brazos, esto es vida, la alegría de la tristeza, puedo otro día. Si llegara sola al camino bien recibida, si la trajese lubricada con sudor, aderezada con dolor la querré con pasión.
Los años que quedan convidan, el temor se esconde en la herida, la paz del sueño verdadero persiste en el sabor a sangre que derramará la nueva herida. Cómo temer al fracaso que no existe en la ruta de intentos. Transformar cada sueño en polvo de cimiento. Crecen las tardes lejanas, se acercan las ganas, es vida, dolor hecho amor, alquimia del alma mía.
Así herí a mi amor de muerte, huyó en tardes oscuras sin saber a dónde. Volvió con su recuerdo por sanar; y se quedó dormitando paciencia. Despertó rejuvenecido y sano por siempre. Me dijo, no soy más lo que alguien traerá, vivo en tí como tu alma, la luz de tus ojos oscuros, las manos ásperas de caricias suaves. En besos de mirarla, cada amanecer y cada tarde es ella. La vida de tu alma.
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Autor:
Justo Barreda (
Online) - Publicado: 30 de diciembre de 2025 a las 04:02
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2

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