Sociedades de Consumismo
La fábrica de sueños teje su red sutil
donde el deseo artificial es una marea continua
y los objetos brillantes prometen una identidad
que se desvanece al contacto con la mano ávida
en un ciclo de búsqueda perpetua y nunca saciada.
El valor simbólico nace en la publicidad oscura
transformando utensilios simples en signos puros
que hablan un lenguaje de estatus y distinción
mientras ocultan su vacío bajo la seducción
de una felicidad comprada en cuotas mensuales.
La persona camina entre espejos mercantiles
buscando reflejar una imagen de éxito viable,
pero solo encuentra un fantasma prefabricado
cuyas facciones cambian con cada temporada
y cuyo corazón es un catálogo de ofertas.
El sistema requiere la destrucción constante
de lo que ayer era nuevo y hoy es insignificante;
la moda dicta su ritmo de descarte veloz
y la obsolescencia programa su reloj
para que el ciclo de compra nunca se detenga.
La abundancia material es un espejismo profundo
que esconde una pobreza de sentido en el mundo
donde los vínculos humanos se vuelven transacciones
y las auténticas necesidades son ilusiones
perdidas en el ruido de los anuncios comerciales.
La identidad se construye con fragmentos prestados,
emblemas de lujo y logros sobrevalorados,
que convierten la existencia en un escaparate
y al prójimo en un juez de mi traje o mi coche
en una soledad disfrazada de multitud.
El tiempo se fragmenta en instantes de consumo,
presentes eternos donde el futuro es un rumbo
olvidado en pos del placer inmediato y fugaz
que deja un regusto de hastío y de solaz
cuando el embalaje nuevo se convierte en basura.
La ansiedad susurra en los oídos del comprador
temiendo quedar fuera del círculo del valor,
ser excluido del juego de las apariencias
y perder el lugar en las jerarquías
que el mercado redibuja cada madrugada.
La tierra sufre el peso de esta máquina voraz
que extrae sus recursos con ritmo tenaz
y devuelve montañas de residuos ciegos,
envenenando los ríos y los bosques seguros
por un progreso que solo es cifra en los bancos.
Las deudas se acumulan como niebla espesa,
aprisionando voluntades con su fuerza opresora,
mientras la ilusión de libertad se desvanece
revelando las cadenas doradas que permanecen
atadas a la tarjeta de crédito y su plazo.
Ninguna revolución parece posible ahora,
pues el sistema absorbe la crítica a toda hora,
transformando la protesta en un producto más,
una moda rebelde que se puede comprar
y usar sin alterar el orden establecido.
Solo queda habitar la paradoja consciente,
reconociendo el simulacro de la corriente,
y navegar entre signos sin entregar el alma,
buscando en lo humano una frágil calma
lejos del brillo cegador de los centros comerciales.
—Luis Barreda/LAB
Los Ángeles, California, EUA
Diciembre, 2025.
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Autor:
Luis Barreda Morán (
Offline) - Publicado: 30 de diciembre de 2025 a las 01:08
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 7
- Usuarios favoritos de este poema: AZULNOCHE, El Hombre de la Rosa

Offline)
Comentarios2
Estoy muy de acuerdo con tu escrito, una denuncia clara, muy clara de esta sociedad de consumo, que todos vivimos; que está hueca y sólo va dejándo destrucción en la naturaleza y vacio en los corazones.
Necesitamos ser conscientes y no dejarnos llevar por la marea consumista que como muy bien dices está programada por la obsolescencia.
Un saludo cordial.
Feliz año un abrazo., es el capitalismo neoliberal depredador. Saludos desde California, EUA.
Preciado y genial tu grata forma de versar estimado poeta y amigo Luis
Saludos de críspulo desde España
El Hombre de la Rosa
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