El Inventario de la Actriz 

El Inventario de la Actriz 

He aquí la fragmentación: mis huesos son ahora una vajilla rota que nadie se molesta en recoger.

 Dices "laberinto" y mi boca se llena de arena, porque en este jardín de setos altos, ella guardaba un hombre como quien guarda un revólver en el cajón de la lencería.

No hubo diálogo. ¿Cómo hablar con una mujer que es una puerta cerrada? Las palabras eran solo pájaros de papel que ella quemaba antes de que pudieran volar.

 Ella, la gran malabarista de la culpa, me mantenía en el aire, suspendido, mientras su propia sombra le susurraba: traidor. Porque el ladrón, mi amor, siempre cree que todos llevan sus mismas manos sucias.

Yo era el espectador en la fila cero, aplaudiendo una obra que ella escribía con tinta invisible. Me usó como un espejo de feria: en mí, ella era hermosa, era libre, era la santa que no se atreve a ser cuando llega a casa y se quita el disfraz de amante.

Ella fabricaba el silencio con la precisión de una bordadora, mantenía mi incertidumbre bajo una campana de cristal mientras ella respiraba el oxígeno puro de su mentira.

Ella, la única guionista, que se reía detrás de la máscara de gas.

 Yo era su ensayo general, su rincón para ser humana antes de volver a la vitrina.

Pero se acabó el tiempo de las máscaras. He roto el guion en mil pedazos de vidrio y me he cortado los dedos con ellos.

 Ya no voy a tirar los dados en este tablero de carne. 

Conmigo, ella era la mujer que soñaba ser en los intervalos de su vida oficial. Pero me niego a ser el pedestal de una estatua de arena.

Me levanto de la butaca, dejo el teatro vacío, y le entrego a ella la soledad del escenario, donde siempre fue, en realidad, la única que conocía el final.

m.c.d.r