Un carnívoro cuchillo
de promesas incumplidas
me abrió la espalda del alma
con su sonrisa fingida.
Yo, que fui puerta sin llave,
refugio sin condiciones,
me vi envuelto en las traiciones
como un fuego entre la nieve.
¡Ay, la amistad que no vino!
¡Ay, los abrazos de piedra!
¡Cuántas veces fue la espera
más amarga que el destino!
No perdono la palabra
que juró quedarse y huye.
No perdono la apariencia
que mi corazón destruye.
Fui un árbol que dio su sombra
sin pedirle al sol razones,
y me dejaron sin hojas
cuando llegaron ciclones.
Compañero que no existe,
compañero del vacío:
te escribo como si fueras
el amigo que no he sido.
Temprano enterré el deseo,
temprano, la fe en los otros.
Pero aún me late en el pecho
un rescoldo entre los rotos.
Porque aunque el alma me sangra,
no me resigno al invierno.
Aún sueño con una alianza
que no me clave su hierro.
Y si no llega el que entienda
mis silencios, mis heridas…
que sea la tierra, la brisa,
el poema… mi medida.
¡Compadre que no llegaste!
¡Compañero no nacido!
que sepas que te he buscado
a cada paso perdido.
Y en esta elegía escrita
a la sombra de lo incierto,
sigo siendo el que confía
aunque lo hayan descubierto Un carnívoro cuchillo
de promesas incumplidas
me abrió la espalda del alma
con su sonrisa fingida.
Yo, que fui puerta sin llave,
refugio sin condiciones,
me vi envuelto en las traiciones
como un fuego entre la nieve.
¡Ay, la amistad que no vino!
¡Ay, los abrazos de piedra!
¡Cuántas veces fue la espera
más amarga que el destino!
No perdono la palabra
que juró quedarse y huye.
No perdono la apariencia
que mi corazón destruye.
Fui un árbol que dio su sombra
sin pedirle al sol razones,
y me dejaron sin hojas
cuando llegaron ciclones.
Compañero que no existe,
compañero del vacío:
te escribo como si fueras
el amigo que no he sido.
Temprano enterré el deseo,
temprano, la fe en los otros.
Pero aún me late en el pecho
un rescoldo entre los rotos.
Porque aunque el alma me sangra,
no me resigno al invierno.
Aún sueño con una alianza
que no me clave su hierro.
Y si no llega el que entienda
mis silencios, mis heridas…
que sea la tierra, la brisa,
el poema… mi medida.
¡Compadre que no llegaste!
¡Compañero no nacido!
que sepas que te he buscado
a cada paso perdido.
Y en esta elegía escrita
a la sombra de lo incierto,
sigo siendo el que confía
aunque lo hayan descubierto
Inspirada en la Elejia
de Miguel Hernández
Antonio Portillo Spinola
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Autor:
Spinoport (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 29 de diciembre de 2025 a las 04:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 3
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, William Contraponto

Offline)
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