A la orilla del último día

Bruno Gatica 1

Los días finales del año tienen un silencio distinto, como si el tiempo caminara descalzo para no despertarnos del cansancio acumulado. Afuera, la ciudad sigue respirando con sus luces frías y promesas veloces, pero dentro de nosotros algo se aquieta, se acomoda, se reconoce en los restos de lo vivido.

 

Hemos llegado hasta aquí con los bolsillos llenos de días rotos y amaneceres que casi se nos escaparon de las manos, hay palabras que no dijimos, abrazos que no dimos, caminos que nos llamaron y no tomamos.

 

Pero también hay risas que nos salvaron en el instante justo, silencios compartidos que valieron una vida, pequeñas victorias que nadie vio y sin embargo sostuvieron el alma.

 

En estos últimos puentes del calendario, uno mira atrás como quien vuelve la vista al mar después de cruzarlo: no para arrepentirse, sino para comprender lo que costó no rendirse.

 

El cuerpo recuerda cada caída, pero el corazón recuerda quién nos levantó, y ahora, mientras el año se recoge como un animal cansado buscando sueño, uno siente en el pecho esa chispa mínima, casi un susurro, que dice que lo mejor no siempre viene con ruido, que la esperanza no caduca, que los sueños siguen ahí, respirando bajo la piel, esperando un gesto, una palabra, una decisión. Porque el futuro no es un milagro que llega, es una puerta que por fin nos atrevemos a tocar.

 

Así que, en esta frontera donde el tiempo respira hondo, brindo, no por lo que perdimos, sino por lo que aprendimos a sostener sin rompernos: la capacidad de seguir, de creer, de amar incluso cuando dolía, y de mirar la línea tenue del horizonte con la certeza simple de que aún vale la pena esperar lo mejor, y que lo mejor, quizá, también está esperándonos a nosotros.

  • Autor: Bruno Gatica 1 (Offline Offline)
  • Publicado: 29 de diciembre de 2025 a las 00:43
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 1
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