Mi ladrón

Duván

Qué ladrón eres.

Primero te robaste mi nombre.

Después mis ojos,

mi corazón,

y mi amor.

 

Te llevaste mi atención,

mi tiempo,

mis silencios.

 

Y ahora estoy bajo tu hechizo:

me flechaste con la mirada

y atravesaste

toda mi alma.

 

Hay robos que no se denuncian,

porque uno se deja robar con gustó.

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