Nos dijeron
que el dolor enseña.
Que pule.
Que eleva.
Mentira necesaria
para no gritar frente al abismo.
Hay sufrimientos
que no forman carácter,
no limpian el alma,
no revelan nada.
Duelen
y ya.
Un niño no aprende
cuando su cuerpo falla.
Un cuerpo torturado
no adquiere sabiduría.
Una vida rota al azar
no se vuelve ejemplo.
El dolor no siempre habla.
A veces balbucea.
A veces no dice nada.
Queremos convertirlo en lección
porque admitir su inutilidad
sería aceptar
que el mundo no responde
a ninguna ética secreta.
Pero hay dolores
que no conducen a ninguna parte.
No abren puertas.
No transforman.
No redimen.
Son un gasto absurdo
de carne y tiempo.
Un incendio
en un cuarto vacío.
El universo no observa.
No anota.
No compensa.
El sufrimiento ocurre
como ocurre la lluvia
sobre un campo ya arrasado.
Decir que todo pasa por algo
es una forma educada
de abandonar al que sufre.
Es colocar sentido
donde solo hay ruina
para poder dormir.
La paradoja no está en sufrir,
sino en exigirle al dolor
que justifique su existencia.
Hay heridas
que no construyen nada.
Solo prueban
que el mundo puede ser
brutal
sin motivo.
Y aceptar eso
no nos vuelve fríos.
Nos vuelve honestos.
Porque tal vez
la dignidad humana
no consista en aprender del dolor,
sino en mirarlo de frente
y decir, sin consuelo:
esto
no tenía
por qué haber ocurrido.
-
Autor:
Kenneth (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 28 de diciembre de 2025 a las 09:03
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1
- Usuarios favoritos de este poema: William Contraponto

Offline)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.