El sueño que nunca llegará

Yo era un lugar vacío y seco,

un nombre que nadie escribía en sus planes.

Mi mundo era frío capazde congelar todo,

hasta que llegaste con tu voz de verano 

y germinastes un jardín de lavanda en mi soledad.

Al principio, fui un muro irrompible.

Tu luz resbalaba en mi silencio.

Pero día a día, con tu constancia de lluvia fina,

Limpio la suciedad que habia en mi pecho.

Brotó entonces algo verde y tembloroso,

algo que no supe nombrar.

Mi mente, acostumbrada a la noche,

declaró guerra a tu claridad.

«al punto de ver como un estorbo»,gritaba el miedo, mientras mi corazón,aprendiendo a latir,

marcaba compás con tus pasos.

Descubrí el amor como un idioma nuevo.

era imaginar futuros con el aroma de tu piel.

Quise ser más que el compañero de camino,

pero la voz del cobarde ganó la batalla:

«Mejor la nada que arriesgar el todo».

Y sin decidirlo, me volví fantasma.

Te alejé con mentiras que yo mismo creí,

vestido de un orgullo que era hielo.

Te di la espalda,pensando que era fuerza,

cuando era la rendición.

Un año de espejos vacíos.

Hasta que en la reflexión, tu rostro encandilo mi mente:

era el perfume en el aire, la luz en una esquina,

tu risa en el sonido de la lluvia.

Comprendí, demasiado tarde, que te amaba

con la devoción con que se ama un milagro.

Y al verte de nuevo, el cuerpo me traicionó:

rodillas de galleta ,corazón salvaje.

Pero mi boca fue un muro,

mi saludo, un adiós disfrazado.

Huí otra vez, cometiendo el mismo error.

Ahora cargo este amor como un castigo,

como un país que perdí por no atreverme.

Te busco en cada multitud,te protejo en silencio,

sabiendo que ya no ocupo ningún lugar en ti.

Es el precio de haber elegido,en la encrucijada,

el camino que llevaba lejos de tu lado.

—La muerte y el loco.