El Derecho al Nido

Luis Barreda Morán

El Derecho al Nido

Las moradas son refugios para abrigar cada historia familiar que necesita un espacio.
Sus paredes guardan sueños y no deben convertirse en fichas de un juego financiero.
El alojamiento es un sostén vital como el pan compartido en la mesa cotidiana.
Su esencia yace en el amparo digno que toda persona merece alcanzar sin lucha.
La especulación oscurece su luz, transformando umbrales en cifras de un contrato frío.

Un derecho fundamental crece desde el suelo, siendo cimiento para comunidades estables.
No puede ser una simple mercancía que cambia de dueño según suba su precio.
La lógica del beneficio sin límite seca la fuente de la justicia territorial.
Porque el hogar nutre la calma y permite crecer los proyectos en paz.
Sin esa base segura, el futuro se vuelve incierto y la angustia se extiende.

La necesidad colectiva de techo debe guiar las normas y también los planes urbanos.
Sostener un desarrollo armónico donde nadie quede fuera por falta de recursos.
Las burbujas infladas solo dejan detrás desalojos y calles de puertas cerradas.
Mientras los poderosos acumulan riqueza con papeles que representan paredes vacías.
El equilibrio pide suelos habitados y ventanas con luz durante todas las noches.

El enriquecimiento rápido de unos pocos hombres rompe el tejido social de la ciudad.
La vivienda verdadera jamás debería estar sometida a esa voraz ambición capital.
Su función natural consiste simplemente en cubrir los requerimientos básicos humanos.
Dar cobijo contra la lluvia y un rincón para el descanso del cuerpo fatigado.
Esa es la ley primera que cualquier gobierno sabio tendría siempre presente.

Los especuladores miran los planos como gráficos de subida en sus pantallas brillantes.
No ven los rostros de las familias que buscan un lugar donde poner su cama.
La mercancía cambia de valor con el tiempo, pero el derecho permanece constante.
Satisfacer las demandas del pueblo es un deber que construye naciones fuertes.
Por eso, las llaves deben estar en manos de quienes van a vivir entre esas paredes.

El capital sin regulación produce monstruos de cemento vacíos y barrios desiertos.
Mientras multitudes esperan años en listas interminables para un apartamento pequeño.
La lógica social prioriza la equidad y el reparto justo de los bienes comunes.
Un desarrollo territorial equilibrado siembra parques y escuelas junto a las residencias.
Esa es la única manera de curar las heridas de la desigualdad en el paisaje urbano.

Así, las casas cumplirán al fin su destino de ser nidos y no números en inventarios.
Para vivir cada momento simple, desde el amanecer hasta el sueño nocturno profundo,
sin temor a un desahucio por no poder pagar una renta que aumenta cada mes.
La vivienda como derecho social, escrito con letras claras en cada ley y acción.
Solo así, el suelo bajo nuestros pies sentirá el peso tranquilo de la felicidad humana.

—Luis Barreda/LAB
Los Ángeles, California, EUA
Diciembre, 2025.

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  • Autor: Luis Barreda Morán (Offline Offline)
  • Publicado: 25 de diciembre de 2025 a las 04:48
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 1
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