Hasta Pronto

Luis Barreda Morán

Hasta Pronto 

Si debes partir, que sea con ternura,
con gestos lentos como el río al amanecer.
No menciones la duración de esta ausencia,
pues solo sé que el reloj no puede medir el sentir.
Un vacío sin nombre sería ese espacio intermedio.

Prefiero escuchar la promesa de un pronto regreso,
una frase cálida que mitigue esta nostalgia.
Que tu voz suave pronuncie palabras de afecto,
asegurando que este vínculo nadie lo arranca.
Así la distancia se tornará menos amarga.

Imaginaré, entonces, el instante del retorno,
cuando en ese sitio común al fin te vuelva a ver.
Nuestros dedos, de nuevo, se unirán sin esfuerzo.
Comentaremos las historias que pudimos atesorar.
Habrá risas recordando momentos ya vividos.

Charlaremos sobre sentimientos profundos y sinceros,
sobre cómo los segundos cambian nuestro caminar.
Dirás, quizás, con una sonrisa verdadera,
que mi compañía alegra tu existir diario.
Y yo guardaré ese elogio como un gran tesoro.

La despedida, así, no será un corte abrupto,
sino un suave intervalo de quietud y calma.
Será como un abrigo para el frío del invierno,
como el rumor del mar que calma la orilla.
Un simple “hasta pronto” que ilumina la espera.

Porque si creo que tu rumbo no es definitivo,
el pecho no se oprime con angustia ni temor.
Visualizo el lugar donde has de reaparecer,
y esa certeza dibuja paz en mi interior.
El adiós se transforma en un simple “nos vemos”.

Platicaremos, al reunirnos, de muchas cosas,
de ilusiones que guardamos en el corazón.
Observaré tus ojos y su brillo particular,
contándome tu travesía con total emoción.
Ese diálogo será un bello festival de confianza.

Ninguna sombra de tristeza empañará el momento,
pues el cariño construye puentes sobre el mar.
Aprenderé, paciente, a contar los amaneceres,
sabiendo que cada noche nos acerca al final.
Tu recuerdo será mi fiel y dulce compañía.

Así, cuando la hora de separarnos llegue,
no habrá ruptura, sólo un breve suspender.
Tu despedida será un faro en la neblina,
una caricia al alma que ayuda a creer.
Y en la espera, mi fe no dejará de florecer.

Por eso, al decir adiós, emplea suaves notas,
como una melodía que perdura en el aire.
Que tu último gesto sea un rayo de esperanza,
una afirmación tranquila de que todo puede darse.
Y que en mi corazón viva la certeza del reencuentro. 

—Luis Barreda/LAB
Glendale, California, EUA 
Diciembre, 2025.

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  • Autor: Luis Barreda Morán (Offline Offline)
  • Publicado: 21 de diciembre de 2025 a las 03:41
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 2
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Comentarios +

Comentarios1

  • El Hombre de la Rosa

    Genial tu hermoso versar estimado poea y amigo Luis Barreda Morán
    Saludos de Críspulo desde España
    El Hombre de la Rosa



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