Amor en el tercer hálito

Leoness

Fue un secreto guardado entre carpetas,

un nombre escrito en el margen del cuaderno,

tú, la meta imposible, el sol eterno,

y yo, el rastro de luz de tus cometas.

 

Pasaron los inviernos. La vida nos trajo

al umbral de un reencuentro ya maduro

y te busqué con el ansia de romper el muro,

pero el tiempo es un juez que trabaja a destajo.

 

Más el destino es un hilo que se enreda,

y un tercer encuentro nos puso frente a frente,

ambos con alianzas, con un presente,

con la paz instalada en lo que nos queda.

 

Y allí, donde el deber debía ser el freno,

explotó la verdad que el alma contenía;

nos devoramos con la sed de una profecía,

bebiendo en un beso el néctar y el veneno.

 

Aquella noche hicimos nuestro amor tardío,

un incendio voraz en un bosque de escarcha.

Fue el cuerpo entregado, la piel que se marcha

a buscar en el otro lo que estaba vacío.

 

Fuimos jóvenes, libres, amantes y amigos,

quemando en las sábanas décadas de espera,

haciendo de la sombra nuestra primavera,

sin más jueces presentes que nuestros testigos.

 

Al clarear el alba, regresó la cordura,

clavados los anillos, el hogar, la promesa;

comprendimos que el alma, aunque a veces presa,

bebe de la lealtad su mayor ventura.

 

Nos queda el recuerdo de aquel fuego bendito,

de que al fin nos tuvimos, aunque fuera un momento,

un amor que nació como un simple elemento

y murió siendo eterno, breve e infinito.

  • Autor: Leoness (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 20 de diciembre de 2025 a las 15:56
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 1
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