Hoja raída, hoja cobriza,
que huyes de la lluvia fugitiva;
vuela, hoja, vuela todavía,
hacia el rincón que solo tú adivinas.
¡Qué grácil, hoja enrojecida,
bandera de la mustia hojarasca!
Huyes de vida tanta
y en muerte coja buscas tu descanso
en la vaguada oscura y escondida.
Y esa hoja… que el aquilón volteróla;
el céfiro leve sorprendióla;
la niebla, sola, la enfrió callada
en una esquina yerta abandonada.

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