Cajita de fósforos

Tu novia eterna

Me recosté en el dorso desnudo de tu piel,

Porque para dormir te colocaste decúbito supino,

Entonces, solo así pude escuchar el compás de tu corazón,

Cuando mencionabas que no estabas listo, que no estabas seguro,

Que yo: ¿Qué pensaba de eso? ¿me ponía triste?,

Evidentemente, no es la primera persona, ni será la última,

A la que observo con tristeza, con anhelo,

Como diciendo: ¡Ayúdame!, ¡me ahogo!,

Pero me guarde mis lágrimas, me las trague,

Y lo acepte, acepte no ser amada,

Acepte que estaba desnuda en tu cama,

Acepte que lastime mi corazón otra vez,

Y lo mencione, tengo el alma rota, triste, triste,

Pero gracias por estar aquí a la vez,

Luego me decidí a dormir, era muy noche para huir a casa,

Tus ronquidos me despertaron en la mañana,

Te habías alejado como si mi presencia te incomodara,

Al despertar, rompí tu rutina, te pedí que me acompañaras,

Que despertaras, que me dejaras salir de ahí,

Te bese y te apartaste, más quería huir,

En mi último y despiadado deseo de tenerte,

Te entregue mi cuerpo, como diciendo: quiéreme,

Trataste, pero no pudiste,

No nació, no surgió, y tan destrozada quede yo,

En fin, ya estoy trabajando,

Sin ninguna ilusión, de que esta noche vuelvas a dormir a mi lado.

  • Autor: Tu novia eterna (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 19 de diciembre de 2025 a las 12:51
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 3
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.