EL IMPASSE DE MI TELEFONO

Un número de teléfono escrito en una libreta; Es como un lago en calma. Algo que está ahí, pero al no necesitarse, no existe. El teléfono, ese invento infernal. Sirve para para alegrar una vida, comunicar una tragedia, dar los buenos días, verificar la información, fastidiar una madrugado o abrir una ventana olvidada del corazón, por donde las dudas se colaban y el alcohol revive los recuerdos

Pero también, un número de teléfono puede ser como la chistera del mago, llena de sorpresas. Sacar de sus entrañas los sueños más maravillosos que tu almohada no pudo atrapar, puede sacar un sapo que espera el beso de una princesa… puede darte ese sueño no terminado: puede vestir la fantasía de realidad y encontrar esa ventana, que ayer en un poema de tarde había cerrado

Todos llevamos en esa aparte del corazón, un cofre cerrado con los deseos en impasse, por temor o nuestra alianza con la soledad y el mismo trajín de los días nos lleva un asunto a otro, olvidando es aparte nuestra que alguna tarde se viste de nostalgia de algo o alguien que aún no sabemos ni conocemos. Cuando hablamos, es fácil leerte y cuando te leo, no te conozco.

Te extraño, ¡Sí, que te extraño! Hay veces que tengo esa rara sensación de que me llamas, que interrogas la tarde y escudriñas nuestros lugares, pensando que aun estoy en esa banca del parque donde me dejaste ayer, dueño de todos los pesares y víctima de los recuerdos y del olor a noche a tu cuerpo, que se cuela en el poema, aunque trato de sacudirme el pensamiento, sigues ahí, en medio d emi espera.

Contemplo la tarde al igual que el teléfono. Las ansias de mis manos, de mi piel y la tarde sigue cayendo, junto a tantas cosas vividas en este mismo parque y se escurren todas las palabras, que pasaron por nuestro teléfono. Ahora entonces no solo es mi teléfono, ni la tarde… son tantas cosas, sin una sola palabra y el timbre de mi teléfono sigue igual. Ahí, en ese impasse, tormentoso de tu partida, de tu silencio y mi soledad

LENNOX

EL QUETZAL EN VUELO