Intrigante el no entender, al menos no del todo,
lo que es la esencia de nuestra propia alma.
Días en los que soy una apacible laguna,
una suave tonada de jazz,
una bifurcación del más universal amor.
Otros tantos en los que soy un clavo oxidado,
la corteza de un árbol a punto de fallecer,
un ancla olvidada en las profundidades del mar.
Dicotomía cuyas raíces se hunden más allá de lo hasta ahora conocido,
catalejo que no logra captar la etimología de esta incongruencia.
Quizá hay un tercer elemento,
otro mal que lleva un nombre distinto,
uno que crea la ilusión de que no puedo fallar,
no puedo ser incongruente,
no puedo cometer errores.
Y es justo en el marco de este engaño,
que me creo merecedor de ser olvidado,
de no ser amado,
de ser esa carta nunca enviada,
el vino que no se tomó,
el cigarro desechado.
De esta forma se cierra el círculo,
el destino escrito en la tinta invisible de mi sombra.
Todo esto me sucede
por una mala traducción de lo que el dolor de mi alma susurra,
intelectualizando así, una vez más,
lo que no conoce de palabras.
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Autor:
John David (
Offline) - Publicado: 17 de diciembre de 2025 a las 09:24
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: William Contraponto, Carlos Baldelomar, El Hombre de la Rosa, Mauro Enrique Lopez Z., alicia perez hernandez

Offline)
Comentarios2
Profundo mensaje filosófico, real como la vida misma.
Saludos cordiales.
José ares
Muchas gracias por el comentario.
Saludos.
Hermoso y genial tu bello poema estimado poeta y amigo Jhon
Saludos de Críspulo desde España
El Hombre de la Rosa
Muchas gracias por sus amables palabras, significa mucho.
Saludos.
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