OLOR A PAZ

Cristóbal López de la Manzanara

 

Si la paz estuviera con paz subvencionada,

si hubiera una fábrica de paz por continente

para repartir paz en paz entre la gente

otro gallo alzaría su voz de madrugada.

 

Si alguna vez tirara la paz de la cadena

y después se lavara para comer las manos,

sí se echara la siesta un rato en los veranos

la paz ya no tendría nunca ningún problema.

 

Si comiéramos paz con paz de primer plato

y más paz de segundo, si cabe, todavía

la paz en son de paz siempre se ofrecería

a ver el corazón para cuidarlo un rato.

 

Si con la paz en paz tomásemos la tarta

y el café, y nos fumáramos con ella un buen habano

charlando de lo eterno, lo divino y lo humano

quedaría la paz de paz seguramente harta.

 

Si a la paz no le dieran al día tanta guerra,

que le pone un dolor intenso de cabeza

sin dejarle dormir el sueño de una pieza,

podría descansar en paz sobre la tierra.

 

Entonces se echaría la paz a pierna suelta

hasta donde la pintan de negro cada día

y toda paz en paz con paz se mancharía

después de darle al mundo la paz la media vuelta.

 

De el libro: El libro de los olores

 

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