Ahí estaba,
sentada en un rincón de mi habitación,
observando todo a mi alrededor,
incluso lo que en mi mente habitaba.
La noche, inspiradora,
me llamaba a no dejarla pasar.
En ese instante,
cuando todo parecía tranquilo,
una parte de mí se elevaba
como un ave aprendiendo a volar.
Conectar, eso hice,
con esos profundos sentimientos que no sabía que existían.
Entre tantos pensamientos
dejé que la noche escuchara cada detalle,
cada parte de mí.
Me centré en aquel sentimiento,
un sentimiento que rara vez pasa.
Sumergida como una galleta
en chocolate caliente,
sentí cómo algo se apoderaba de mí,
recorriendo cada fibra de mi cuerpo.
No pasó mucho hasta conocerlo:
el entendimiento de mi soledad,
el cómo es estar sola
y a la vez acompañada.
Si es normal tener personas alrededor,
también puede ser normal
estar con nosotros mismos.
Escuchar el silencio
es recordar que en él habita todo: la soledad, la compañía,
la noche,
y la vida misma.
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Autor:
Mairethyos (
Offline) - Publicado: 17 de diciembre de 2025 a las 03:57
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 1

Offline)
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