Nadie estaba.

Fernando Di Filippo Guerra

Anoche se me desoxidaron los recuerdos.
Las imágenes, como manos pacientes, fueron limpiando una a una las hojas de aquel viejo libro: mi pasado cercano.

Durante tantos años de soledad, dentro de ese espacio pequeño y bonito, mirando por la ventana el esperanzado color verde, me pregunté una y otra vez:
¿cómo puede ser que nunca haya tenido una emergencia médica, una alarma, algún desvarío orgánico?

Y sí. Las tuve.
Fueron muchas más de las que pueden recordar quienes alguna vez me ayudaron. Vecinos, asistencia pública, laboratorios, esas sencilleces que sostienen lo frágil.

Nadie estaba.

Dormir toda una noche en el suelo después de una jornada desafortunada. Muchas veces.
Nadie estaba.

Jugarle una apuesta a un cáncer incipiente.
Nadie estaba.

Y así, etcétera. Etcéteras que pesan más que una lista.

Pero ahora, hoy, tengo una emergencia privada ausente y un único sostén autoterapéutico: yo.

Mi dieta es la misma que antes, que hoy, que ayer.

Toda tragicomedia merece un final: inquietante, feliz o no.
¿Será este?

 

Fernando Guerra

17 12 2025

 

© 2025 Fernando Di Filippo — Todos los derechos reservados.

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