Cuerpo de mujer, blancas colinas, luz en reposo.
Te pareces al mundo cuando se abre y confía.
Mi cuerpo, aún salvaje, aprende en ti la hondura,
y la vida despierta como un fruto que vuelve a nacer.
Yo era un túnel solo, sin canto, sin mañanas;
los pájaros huían de mis sombras,
y la noche entraba en mí con su peso interminable.
Para resistir el tiempo, te soñé como un refugio,
como un fuego entre mis manos,
como un nombre que salva.
Pero llega la hora verdadera, y te amo.
Cuerpo de piel tranquila, de musgo húmedo,
de firmeza y latido.
Ah, la música de tu pecho.
Ah, la profundidad de tu mirada.
Ah, la flor secreta que guardas.
Ah, tu voz, lenta como la lluvia.
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
En mi sed sin frontera, en mi búsqueda incierta,
eres cauce donde el agua encuentra sentido,
camino donde la fatiga se suaviza,
y el dolor del mundo aprende a callar.
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Autor:
Kenneth (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 16 de diciembre de 2025 a las 01:03
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 4
- Usuarios favoritos de este poema: Antonio Pais, alicia perez hernandez

Offline)
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