Tras la esquina
un hombre sombra espera;
me espera.
Con su arma en ristre
es criminal a destajo,
cruel por tiempo y elección.
Y carga sólo una bala
marcada con mi nombre.
En los cambios de estación,
del ritmo urbano
y el color de tus abrazos
intuyo este destino.
Son señales divinas,
profecías autocumplidas,
que remiten a los mitos
inventados en la marcha
a partir de mis miedos
e inseguridades.
Y el gesto de ternura,
tu mano en la mía,
muda de piel sin aviso.
No es más línea de vida,
ni queda rastro alguno
de confianza mutua.
Ya no avanzamos
entre cielos e infiernos.
Queriendo o sin querer,
hoy me entregas a la muerte.
Sonríes
y me quiebro.
De cara al fin,
aún estoy sin pistas
de cómo tu amor jurado
transmutó en desprecio quieto.
Podría buscar más adjetivos,
una visión objetiva;
pero me quedo sin aire,
sin papel y tinta.
Se acerca. Se acerca
el punto de quiebre.
Veo el final de la calle.
No estoy listo.
Detente.
Por favor
no des
un paso más.
-
Autor:
Ricardo Jardón Juárez (
Offline) - Publicado: 15 de diciembre de 2025 a las 19:40
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 3
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Antonio Pais

Offline)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.