Cuentan que una cálida mañana, la vaquita Coralina, de manera astuta, saltó el barandal, buscando lejos del corral la aventura. En su traviesa huida, a un precioso jardín fue a dar, rodeada de flores y mariposas de inquieto aletear.
La vaquita Coralina saludó alegre a todos al pasar. Los pajaritos, indiscretos, en medio de su melódico trinar, se miraban extrañados, preguntándose a quién habría venido a buscar. Las hormiguitas y las abejas, entre cuchicheos, se preguntaban: ¿Estará acaso perdida la pobre vaquita y no sabrá cómo regresar?
Pasaban los días y la vaquita disfrutaba de aquel mágico lugar. Pero un día, la simpática Coralina comenzó a extrañar, no solo la comida, sino sobre todo su corral. El recuerdo de sus amigos hacía palpitar su noble corazón: la gallina y sus pollitos con su escandaloso cacarear, los paticos con su cua-cua, y los caballos con su relinchar. ¡Y, sí!, extrañaba el calor de su hogar.
Una mañana muy temprano, Coralina dio por terminada su temporada de vacacionar. Se despidió con cariño de todos aquellos nuevos amiguitos, pues ya era hora de regresar a su lugar de origen, el cual en este tiempo había aprendido a querer y a valorar.
Y así, Coralina descubrió que, aunque el mundo es una gran maravilla llena de luz y color, no hay mejor sitio que el hogar. Donde te esperan quienes te aman siendo sin duda, el mejor lugar.
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Autor:
Ysabel Gonzalez (
Online) - Publicado: 15 de diciembre de 2025 a las 08:57
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 1

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