Manifiesto de la tierra herida

MANIFIESTO DE LA TIERRA HERIDA

Yo soy la Tierra.

La que te recibe cada mañana sin pedir nada.

La que guarda en sus entrañas

el pan que comes, el agua que bebes,

la sal que te sostiene.

Fui jardín infinito,

vientre de bosques, mares y desiertos sagrados.

Broté flores para tus ojos

y estrellas para tus noches.

Me arrodillé en silencio bajo tus ciudades,

esperando gratitud.

Pero me llenaron de humo y ruido,

me abrieron túneles en el pecho,

me cortaron ríos como venas

y me pusieron cadenas de plástico en el mar.

Mi fiebre sube.

Mis glaciares lloran.

Mis animales corren sin refugio.

Mis bosques se vuelven ceniza

como cartas que nadie quiso leer.

Aún así sigo viva.

Aún así sigo dando:

aire que se filtra en tus pulmones,

aguas que te calman la sed,

soles que nacen cada día sobre tus hombros.

Escúchame, hijo mío, hija mía,

escuchen todos los que habitan mi piel:

no esperen mi último grito para reaccionar.

Despierten.

No es un documental, es su casa ardiendo.

Cada bolsa que no usas es un árbol que respira.

Cada semilla que siembras es un pulmón que se abre.

Cada río que limpias es una vena que late.

Cada palabra que compartes es conciencia que despierta.

Yo no necesito monumentos;

necesito tus manos, tus pasos, tu cuidado.

Necesito que enseñes a los niños

que la hierba es sagrada,

que el agua no es un lujo,

que el aire es un préstamo que se devuelve.

Si me salvas, te salvas.

Si me cuidas, te cuidas.

Porque no hay otro planeta en tu bolsillo,

ni otra piel donde apoyes tus sueños.

Yo soy la Tierra.

Soy tu casa, tu carne, tu historia.

Y aunque me han herido,

sigo extendiendo mis brazos verdes

para que regreses.

Vuelve.

Planta, cura, canta.

Haz de tus manos una promesa.

Haz de tu vida un acto de respeto.

Que cada día sea un pacto de amor con la Tierra.

Yo soy la Tierra.

Y todavía puedo sanar.

© Nelly Cevallos — Liora