Sucesiones de una historia mal contada.

El Cronista sin puerto

Mi vida avanza en sucesiones

de una historia mal contada:

capítulos fuera de lugar,

verdades dichas cuando ya no alcanzan.

 

No fue falta de talento o de caminos,

fue insistir en los mismos atajos;

creer que el tiempo corregía errores

que solo cambian cuando uno es claro.

 

Casi treinta, y el futuro no asusta,

incomoda.

No por lo que promete,

sino por lo que exige haber entendido.

 

Miro alrededor y todo parece en orden:

hogares, nombres, rutinas estables.

Yo solo cargo noches largas

y una vigilia que no aprende a dormirse.

 

No digo que la felicidad no exista,

solo que no siempre llega a tiempo;

a veces pasa cerca,

como una frase que no supe escribir bien.

 

Si no encuentro sentido a lo que viene,

no es derrota ni renuncia:

es la sospecha adulta

de que vivir no trae manual.

 

Tal vez la madurez sea esto:

seguir escribiendo,

aun sabiendo

que la historia nunca se contará del todo bien.

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