Interrogatorio.

El Cronista sin puerto

A veces parezco un chiste bien pensado,

una mofa precisa, sin carcajada;

hablo y mi voz se pierde, se ha quedado

suspendida, sin lector, sin entrada.

 

Pronuncio frases llenas de sentido,

pero nadie las toma, nadie insiste;

no sé si estoy mal dicho o mal oído,

o si el mundo, al oírme, simplemente existe.

 

¿Quién soy cuando mi palabra no alcanza?

¿Un eco sin origen ni destino?

¿O el gesto torpe de una vieja esperanza

que insiste en caminar contra el camino?

 

Tal vez no soy error ni mal presagio,

tal vez no soy la mufa que sospecho;

quizá ser hombre sea este naufragio

de hablarle al mundo y no obtener derecho.

 

Y aun así digo, escribo, me sostengo,

sin fe, sin redención, sin testigos:

porque callar sería ya no serlo,

y existir es hablar, aunque sea consigo.

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