Rechazo la incapacidad de conexión como si fuera una de mis normas morales, quizá el versículo más importante de mi biblia personal. Pero ¿quién es tan vacío para no entender al otro cuando sufre? Bueno, estadísticamente casi todos quienes me rodean. Aunque es por la simplicidad de lo obvio: no me entienden porque no son yo.
Existen en mí las ganas de apagar mi cerebro, de ser banal, de preocuparme por cosas materiales y resolutivas como si de eso dependiera la humanidad entera, en vez de preocuparme por la muerte, por la vida. Me desespera la simpleza, la falta de profundidad, la visión tan pequeña y limitada del amor. Muchos lo ven sólo como un salvavidas. Me resulta repulsivo un mundo así.
Me he descubierto yendo por la calle mirando desconocidos mientras me pregunto qué se sentirá ser ellos, cómo serán sus vidas y si nos volveremos a topar en la calle como los desconocidos que somos. No quiero empatar con ellos en una charla ni un saludo. Me agrada lo impersonal de la empatía que a veces tengo, me refiero a que no necesito conocer a alguien para entenderlo, para imaginarme su mundo.
Por mi parte, no hallo quien me entienda, quien comprenda el insomnio que me causa pensar en el tiempo, en el limitado presente que se ahoga en segundos para convertirse en ese monstruo llamado futuro. Hay veces en las que despierto con sobresaltos, con un hueco en el estómago pensando que moriré, que moriremos.
No me espanta el ritmo natural de la vida, sino la forma en la que sucede. Luego me pregunto en ese lapso entre el sueño y la coherencia: ¿Y si ya estoy muerta? Envidio a la gente que desperdicia un año lo mismo que un día, como si el tiempo y la existencia fueran sustancias renovables.
He visto a mis amigos yéndose en féretros de diferentes medidas. A veces pienso en aquel chico que tanto me gustaba... Murió después de haberme invitado un primer y único café. Ridícula, irónica y cruel mecánica existencial.
Hoy solo quiero a alguien que se acueste a mi lado en una azotea sabiendo que todo caduca como facto no negociable con ansiolíticos, disfrutando de estar, de ser, de sentir. Nos falta valentía.
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Autor:
Karen Segovia Orea (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 12 de diciembre de 2025 a las 13:53
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2

Offline)
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