Veo estrellas
temblar de miedo,
miedo al desplome
casi sin remedio,
y a veces pienso
que ese temor
que esconden,
por extraña razón,
es a los hombres.
Veo muchos pájaros
volar apresurados
como perseguidos
por fantasmas,
huyendo espantados
de sus propios nidos.
Ya no los veo
en vuelos tranquilos
aleteando despreocupados.
Observo piedras
cansadas de su silencio,
fabricando verbos
con idiomas modernos,
tal vez ansiosas
de crear argumentos
con nuevos alegatos,
para salir por fin
de tanto anonimato.
Veo perros callejeros
que odian la calle,
extrañando oír su nombre
en labios de alguien,
temen a los pasos peatonales
y al tráfico automotor
y a la atroz indiferencia
de la gente de hoy.
Veo faroles apagados
queriendo alumbrar
plazas y calles,
se sienten presos
sin delitos
sin bombillos nuevos,
sin electricidad,
y sin gente que reclame
su utilidad.
Son adornos inservibles
de invisible presencia,
tristes víctimas
de una larga huelga.
Veo discursos que se esconden
como alimañas en sus cuevas
y a veces si los hurgan
salen en veloz carrera
y dejan a la vista de todos
los rastros de sus huellas.
Son discursos ocultos
por alguna niebla
que con el paso del tiempo
se congelan
fabricando silencios
entre risas y penas.
Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela
-
Autor:
Diaz Valero Alejandro José (
Offline) - Publicado: 11 de diciembre de 2025 a las 19:48
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 1

Offline)
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