Cuando la sombra aprende a quedarse quieta

Bruno Gatica 1

Hoy sentí algo que no esperaba: la sombra no se movió.

 

No gruñó, no rozó mis costillas, no pidió atención. Simplemente permaneció ahí, como si hubiera encontrado un rincón dentro de mí donde ya no necesita morder para existir. No sé si llamarlo descanso o agotamiento, pero lo cierto es que su quietud me desconcertó más que cualquiera de sus antiguos ataques.

 

Es extraño acostumbrarse a la falta de violencia. Uno vive tanto tiempo en guardia que cuando por fin baja los brazos siente una especie de vértigo, como si el cuerpo dudara del silencio, como si desconfiara de su propia calma.

 

Eso me pasó hoy.

Mientras caminaba, noté que ya no trazaba mis pasos pensando en evitar que algo dentro se despertara. Iba simplemente avanzando, con una naturalidad que me resultaba ajena, casi prestada. La herida seguía ahí, pero ya no escupía fuego.

El monstruo —o lo que queda de él— se había convertido en un rumor, una presencia que acompaña pero ya no gobierna.

 

Y aun así, su quietud no me dio alivio.

Me dio una especie de tristeza suave, como si de pronto entendiera que aquel dolor, por terrible que fue, también había sido una forma de compañía.

No una buena, pero sí constante.

 

Quizá por eso, cuando noté que la sombra estaba inmóvil, sentí un pequeño vacío.

No era miedo.

Era la sensación de que algo se estaba apagando no solo dentro de mi herida, sino dentro de mi historia.

 

Me quedé un rato escuchando ese silencio interno, tratando de reconocer qué significaba. No era el final, tampoco un renacimiento. Era, simplemente, la sombra aprendiendo a quedarse quieta, como si hubiera descubierto que ya no necesita gritar para ser parte de mí.

 

Y en esa quietud, en ese respiro que antes no podía dar, descubrí algo inesperado: por primera vez en mucho tiempo, pude imaginarme avanzando sin tener que arrastrar nada. No porque la sombra haya desaparecido, sino porque dejó de marcar el paso.

 

Hoy no sané, pero avancé sin ser empujado por la herida. Y eso, en este cuerpo lleno de ecos, ya parece un comienzo.

  • Autor: Bruno Gatica 1 (Offline Offline)
  • Publicado: 9 de diciembre de 2025 a las 00:26
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 4
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.