Aquella noche en la que me despedí,
sentí que algo dentro de mí quería salir.
Salir y decirte que todo fue un error,
que no quería irme,
que realmente no quería despedirme.
Sentí, en lo profundo del pecho,
que mi mundo se caía
y que ya no volvería a ser el mismo.
Aun así, comprendí que para avanzar,
a veces hay que sufrir.
Que no toda pérdida es un final
y no toda despedida es una derrota.
Entendí que uno también crece
cuando le tiembla el alma,
cuando camina con miedo
pero igual da el siguiente paso.
Y aunque esa noche me quebré,
hoy sé que todo fue para bien.
También sé que sos el amor
del que, incluso con un adiós,
se quedará siempre en mi corazón.
Con el tiempo entendí
que no se trata de olvidar,
sino de aprender a vivir
con lo que una vez dolió.
Porque después de aquella despedida,
descubrí partes de mí
que solo aparecen
cuando uno se rompe primero.
Aprendí a escucharme,
a abrazar mis silencios,
a no huir de los recuerdos
que todavía duelen un poco.
Y en ese proceso lento,
casi imperceptible,
descubrí que la vida sigue,
aunque a veces avance
con pasos torpes y cansados.
Ya no busco respuestas
en lo que pudo ser.
Ahora camino hacia lo que soy:
más firme, más claro,
más mío.
Y aunque tu nombre aún resuena
en algún rincón de mi memoria,
ya no es una herida:
es una historia que me hizo crecer.
-
Autor:
Duván_SD_RC (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 7 de diciembre de 2025 a las 17:25
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 1

Online)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.