Todo fue por algo

Todo fue por algo…

aunque a veces la vida se sintiera injusta,

aunque el dolor llegara sin permiso

y el corazón no encontrara respuestas.

Todo fue por algo…

las caídas que te raspaban el alma,

los sueños que se rompieron

antes de convertirse en realidad,

los abrazos que no llegaron

cuando más los necesitabas.

Fue por algo el silencio

que te empujó a escuchar tu voz,

las noches que parecían eternas

y el miedo escondido bajo la almohada

pidiendo que no bajaras los brazos.

Todo fue por algo…

los “no” que te cerraron caminos,

los aplausos que nunca oíste,

los esfuerzos que pasaron desapercibidos,

las lágrimas que escondiste

para que nadie te viera frágil.

Porque aprendiste a resistir,

a levantarte con orgullo

después de cada golpe.

Aprendiste que la verdadera fuerza

se construye con grietas,

no con perfección.

Todo fue por algo…

las personas que se fueron

cuando pensaste que serían para siempre,

y aquellas que llegaron de repente

a iluminar tu vida sin pedir nada a cambio.

Fue por algo ese amor que dolió,

esa amistad que sanó,

esa decisión que cambió tu destino

sin que te dieras cuenta.

Cada paso,

cada error,

cada pequeña victoria,

te trajo hasta aquí:

a esta versión tuya

que sabe que merece más,

que entiende que la vida no se rinde

ante quien lucha de verdad.

Mírate ahora:

más valiente,

más consciente,

más tú.

Quizás todavía no lo veas,

pero un día vas a mirar atrás

y vas a agradecer

incluso lo que hoy te pesa.

Porque nada fue en vano.

Nada fue casualidad.

Todo fue por algo…

Y lo que viene,

también lo será:

más grande,

más hermoso,

más digno de la historia

que estás escribiendo con tu vida.