En un pedestal,
como un dios griego,
el lavamanos aguarda,
macerando en silencio
un rito necesario:
la limpieza.
De marfil su color,
y a su lado seres fieles:
el jabón,
el cepillo de dientes,
la toalla,
y sobre él,
el espejo,
donde el tiempo se asoma
a contemplarse.
Escultura moderna
del templo doméstico,
allí sedimentan
las manos del pasado.
Hoy,
con su chorro de agua,
es un lavabo moderno;
pero en la antigua Roma
fue un tarro,
una palangana,
un recipiente humilde,
hasta que alguien
le puso cañerías
y lo condenó
a lo estático.
El lavamanos
es mi amigo cercano.
Tiene un brillo helado
y conoce
todos mis pecados...
Fue la salvación
en la pandemia pasada.
El COVID dejó su marca
en quienes
no lo honraron.
Cuando me lavo las manos
no soy Poncio Pilato,
lavando culpas ajenas,
sino un discípulo fiel
de los designios
hipocráticos.
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Autor:
edgardo vilches (
Offline) - Publicado: 6 de diciembre de 2025 a las 10:57
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1

Offline)
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