Nos vemos en tres semanas...

Cosas que nunca os he dicho...

Cada tres semanas coincido con los mismos rostros en el mismo lugar.

Nadie lo dice,

pero todos sabemos que algo se repite,

que hay un ritmo oculto marcando nuestros pasos.

 

Nos saludamos con naturalidad,

como si estuviéramos atrapados en un bucle que no queremos romper.

 

La nave siempre huele igual,

y las maquinas ya no son lo que eran,

parece que ellas también llevan años reuniéndose a la misma hora para cumplir un ritual que nadie cuestiona.

 

A veces pienso que este lugar respira con nosotros,

que guarda la cuenta exacta de nuestros regresos.

 

Sin embargo, entre toda esa monotonía,

siempre hay alguien que consigue abrir la ventana para que entre la luz.

 

No con grandes gestos, ni risas obligadas,

sino con una simple charla que,

por un instante,

deshace el peso del día y te hace sentir que aún queda algo de vida fuera del ruido.

 

Alguien que, sin proponérselo,

rompe la línea gris de lo cotidiano,

y te recuerda,

que incluso en la rutina más aplastante 

puede haber destellos que valen la pena.

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