Hay un demonio arrastrando sus uñas por mi piel,
abriendo caminos rojos
que laten como un tambor de guerra.
No pide permiso.
No razona.
Solo exige sangre, rabia
y el control de mis manos temblorosas.
Grito…
pero mi voz se rompe contra las paredes de mi cráneo,
como un animal atrapado
que muerde los barrotes hasta hacerse pedazos.
Y cuanto más lucho,
más fuerte se vuelve.
Más hambre tiene.
Más me devora.
Siento cómo mis pensamientos se quiebran,
cómo mis sombras me observan,
cómo el monstruo dentro de mí
se arrastra hasta mis ojos
y mira el mundo con odio prestado.
No soy yo.
No soy yo.
Pero me usa como si lo fuera.
Me arranca el alma a tirones,
me arrastra por mis propios abismos,
me obliga a mirar mi reflejo
y a odiarlo.
Quisiera arrancarme la piel,
romper este cuerpo que lo contiene,
hacerlo callar a golpes
hasta que deje de respirar dentro de mí.
Pero no muere.
No sangra.
No se cansa.
Y mientras tiemblo bajo su peso,
entiendo la verdad que más duele:
La bestia no me posee.
La bestia soy yo…
cuando dejo de fingir que aún tengo control.
-
Autor:
Príncipe oscuro (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 5 de diciembre de 2025 a las 17:23
- Categoría: Gótico
- Lecturas: 2

Online)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.