Hay algo nuevo en mi carne: un silencio que no me pertenece, no es ausencia ni calma, es un pensamiento ajeno que va formándose entre mis órganos como si el monstruo, esa criatura tuya, mía, nuestra, lo que quedó de todo lo que se quebró, hubiera empezado a razonar. Lo noto cuando respiro: la inhalación es mía pero la exhalación no tanto, como si compartiéramos el mismo aire pero no la misma voluntad.
Últimamente se queda quieto durante horas; no duerme ni se oculta, permanece atento como si hubiera descubierto que dentro de mí hay habitaciones que todavía no ha ocupado, y en esa quietud siento algo parecido al miedo pero más profundo, más antiguo, una certeza primitiva de que ya no soy el único que habita este cuerpo.
Hay noches en las que me despierto con la espalda arqueada, como si hubiera intentado levantarme sin avisarme, y mis manos a veces amanecen en posiciones que no recuerdo haber elegido. Lo más inquietante es que mi lengua ha empezado a pronunciar sonidos que no reconozco como palabras pero llevan una cadencia precisa, como si fueran parte de un idioma que el monstruo aprendió justo en el momento en que yo dejé de llorarte.
Siento cómo reorganiza mis sombras, ajusta mis latidos, ensaya mi respiración, como si quisiera explorar no mi dolor, que ya conoce, sino el contorno exacto de mi voluntad. A veces me pregunto si está buscando reemplazarla o simplemente probarla, moldearla, desarmarla para ver si finalmente encaja dentro de sí mismo.
Y mientras lo siento moverse con esa delicadeza que aprendió de mí o que tal vez yo aprendí de él, comprendo algo: no quiere devorarme, quiere ocuparme, ser yo desde dentro, seguir existiendo sin necesidad de tu nombre ni del mío.
Y la verdad, más que terror, siento una especie de rendición tibia, porque tal vez es justo; he vivido demasiado tiempo dividido entre mis restos y tu sombra, y quizá este cuerpo, este campo devastado donde se pudre tu ausencia, necesitaba que algo tomara el control aunque no fuera yo.
No sé qué seremos cuando termine la transición, no sé si mi voz seguirá sonando como la recuerdo o si él hablará a través de mí con una calma aprendida. Solo sé que algo en mi interior ha empezado a pensar por mí y que, de manera absurda y cruel, me siento menos solo.
-
Autor:
Bruno Gatica 1 (
Offline) - Publicado: 5 de diciembre de 2025 a las 00:29
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 3

Offline)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.