Levanté mi vista al cielo, vi un árbol de flores blancas, agitado por el viento, apresado por sus ramas.
Se podía oír un lamento, cual luto viste de negro, mientras morían sentimientos, heridos por los recuerdos.
Luego el tiempo se detuvo, un ángel se robó un alma, fuimos hijos del silencio, y enemigos de la calma.
Una flor cayó al suelo, desde el árbol al olvido, y sus pétalos tan puros, se pintaron depresivos.
La blanca flor llegó al piso, fue cubriéndose de barro, fue dejando corazones, cruelmente desamparados.
El sufrimiento es consuelo, es saber que hay una herida, la muerte es solo una forma, de describir otra vida.
Yo volví a mirar el cielo, pero ésta vez con tristeza, sentí miedo y cerré los ojos, era muy grande mi pena.
El ángel volteó a verme, lentamente se acercó, susurró en mis oídos, luego mi mano tomó.
La flor era tan blanca, se mecía mientras caía, su pureza mancillada, como el alma de un suicida.
Aquella flor que cayó, mientras el cielo lloraba, se fue cubriendo de barro, la gravedad la llamaba.
Oí la voz de mi ángel, susurrándome ‘despierta’, yo habito un mundo cerrado, pero de heridas abiertas.
Volví a observar al ser alado, parado sobre la flor, que perdió su color blanco, y embarró mi corazón.
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Autor:
Génesis G (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 5 de diciembre de 2025 a las 00:15
- Comentario del autor sobre el poema: En este poema quise plasmar la experiencia de la pérdida, la viví tantas veces que aprendí a sobrellevarla de un modo poético, pero cada una de las luces que se apagaron en mi vida, siguen doliendo con la misma intensidad.
- Categoría: Triste
- Lecturas: 4
- Usuarios favoritos de este poema: benchy43, alicia perez hernandez, Lualpri

Offline)
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