He sentido, sentí en su momento, la necesidad de despedirme con unas pocas palabras; tal vez porque me has acompañado durante un tiempo. Intenté siempre atrapar el calor de los días a orillas de los tantos mares que observé. Por un momento sólo fueron palabras de adiós antes de llegar a otros lugares; de iniciar otras vidas, de sembrar otras miradas.
En aquellos tiempos y antes de que existieran los relojes de sombras en los riscos de las montañas; antes incluso de que las piedras y el agua dulce de los manantiales corrieran apresuradamente de charcas en charcas de piedras en círculo, nadie sabía del tiempo, del silencio y de los momentos antes del oscurecer.
Fue aquel entonces en que el tiempo se nos fue volando, fue, todo aquellos, frases absurdas como absurdo también lo absurdo de algo que nunca debió llegar; fue la idea de algo misterioso, de algo que quizás solo estuvo en la imaginación: miradas invisibles.
Todo quedó, vino antes, desde un origen inesperado para quedarse, aún, en la estancia en que se asientan los años, preámbulo del olvido que seremos. El reino de los relojes no logrará del todo jamás vencer lo que representa un tiempo de encuentro y después de muchos encuentros en que queda encerrada esa mirada tuya que jamás nunca se acaba de borrar ni esa voz que jamás tampoco se olvidará, ni esas palabras que se quedarán ahí en ese lugar del alma.
Sobre las rosas,
Alborotos de pájaros
Libres; lluvia de
Otoño que cae
Sobre hojas
Que se
Deslizan río abajo.
-
Autor:
Nkonek Almanorri (
Online) - Publicado: 4 de diciembre de 2025 a las 17:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1

Online)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.