30 de octubre

A veces cierro los ojos

y vuelvo a ese día:

30 de octubre.

Un día cualquiera para el mundo…

pero para mí,

el inicio del amor más lindo

que la vida me pudo regalar.

Ha pasado más de un mes,

y todavía me pregunto

cómo tu voz encontró la manera

de colarse en mi pecho

y quedarse a vivir ahí,

sin pedirme permiso

pero salvándome.

Me gustas…

me gustas demasiado.

Me gusta todo de ti:

tus ojitos que iluminan la noche,

tu carita que rompe tristezas,

tu corazón tan noble

que si el destino tuviera ojos,

lloraría de orgullo al verte amar.

Cada vez que me hablas,

mi mundo se ordena.

Cada vez que me sonríes,

creo en la felicidad.

Cada vez que te pienso,

entiendo que querer

es desear cuidar lo que amas

más que a ti mismo.

Para el amor no hay edad,

porque el amor no mide…

solo siente.

Y lo que yo siento por ti

no cabe en un número:

cabe en un suspiro,

en un abrazo,

en cada latido

que me repite tu nombre

aunque no lo diga.

Yo ya estoy listo:

para tus risas y tus lágrimas,

para los días fáciles

y los días que duelen,

para los sueños que faltan

y los miedos que quieran asustarnos.

Quiero un futuro donde estemos juntos,

donde tus metas y las mías

se vuelvan nuestras.

Quiero darte besitos

hasta que te olvides de las tristezas,

y abrazarte tan fuerte

que el mundo entienda

que contigo no se mete.

Quiero ser tu refugio,

tu lugar seguro,

esa voz que te diga

“no tengas miedo, amor,

todo va a estar bien

porque estamos juntos”.

Pero también quiero algo de ti:

que estés dispuesta

a todo lo que venga,

que camines conmigo este camino

aunque sea largo,

aunque a veces duela,

porque lo hermoso

siempre llega después de la lucha.

Si ahora estás llorando,

si tu corazón late un poquito más fuerte…

entonces lo sabes:

Esto no es casualidad.

Esto es destino.

Tú eres mi milagro del 30 de octubre,

mi mejor descubrimiento,

mi comienzo más bonito.

Y contigo no existen los finales…

solo todos los futuros que quiero vivir a tu lado.