En aquel pueblo, todo era como siempre, no aparecían novedades, ni se esperaban sorpresas, el tiempo era el único personaje que día a día mostraba sus distintas caras; sin embargo la vida continuaba sin obstáculo alguno.
Sobre el campanario de la parroquia había un reloj, solo sonaba en eventos especiales.
Ese día, que el primer hijo del pueblo partió a la guerra, dicho reloj comenzó a sonar frenéticamente.
Todos estaban agolpados alrededor de la casa sagrada, y escucharon su repiqueteo, pues a las cinco de la tarde, callaron todos los relojes.
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Autor:
Brom Beto (
Offline) - Publicado: 3 de diciembre de 2025 a las 20:09
- Categoría: fecha-especial
- Lecturas: 1

Offline)
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