Cada 3 de diciembre el mundo hace una pausa —breve, pero necesaria— para mirar con mayor claridad a quienes suelen quedar a la sombra de la prisa social: las personas con discapacidad. No se trata de celebrar la discapacidad en sí, sino de reivindicar a quienes viven con ella y, aun así, empujan los límites de lo posible con una fuerza que pocos reconocen.
La discapacidad no es un defecto: es una condición humana. Forma parte de la diversidad que nos recuerda que la vida no se escribe en un solo molde. Sin embargo, muchos obstáculos no provienen del cuerpo o de la mente, sino del entorno: una ciudad que no abre sus puertas, una mirada que subestima, una estructura que excluye.
Este día es un llamado a replantearnos cómo construimos comunidad. Habla de accesibilidad real —no simbólica—, de inclusión que vaya más allá de discursos, de oportunidades que no dependan del nivel de movilidad, visión, audición o procesamiento cognitivo de una persona. Es, sobre todo, un recordatorio de igualdad: la dignidad no se negocia.
Las personas con discapacidad no necesitan paternalismo: necesitan derechos, respeto y espacios donde su talento pueda florecer sin barreras. Sus vidas no son historias de lástima, sino de humanidad completa, tan válida y compleja como la de cualquiera.
Hoy, más que conmemorar, debemos comprometernos. Que este día no sea un gesto aislado, sino un punto de partida para construir una sociedad que realmente se mire en el espejo y se pregunte: ¿a quién estamos dejando atrás?
Que la respuesta del futuro sea: a nadie.
JUSTO ALDÚ.
Panameño / 2025
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Autor:
JUSTO ALDÚ (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 3 de diciembre de 2025 a las 19:13
- Categoría: fecha-especial
- Lecturas: 3
- Usuarios favoritos de este poema: Jose de amercal, EmilianoDR

Offline)
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